Para entender estos cuadros crónicos que traen tanta disminución de la calidad de vida, sólo podemos hacerlo a partir de conceptualizarlos como una interacción entre factores genéticos, ambientales, psicológicos y fisiológicos, que contribuyen a los resultados asociados con dichas entidades clínicas.
Desde la perspectiva ambiental (es decir, social), existen experiencias significativas de vida temprana que pueden formar futuras respuestas al estrés y a síntomas y estresores abdominales como el divorcio o la muerte de un familiar que pueden ocurrir en cualquier etapa de la vida.
La respuesta de un individuo a tales estresores puede ser formada por una variedad de influencias incluyendo antecedentes genéticos y experiencias de la infancia, así como la personalidad el individuo, su constitución y al grado de apoyo social de los miembros de la familia u otras personas cercanas.
En personas vulnerables, la exposición a los estresores puede conducir a ansiedad o a trastornos depresivos, así como dar lugar a cambios fisiológicos y psicológicos.
Los cambios psicológicos pueden incluir percepción alterada de sensaciones corporales – alguna de las cuales podrían erróneamente considerarse indicadores de enfermedad grave. Estos episodios pueden llegar a ser persistentes y ocasionar búsqueda frecuente de ayuda médica por personas que pueden ser difíciles de tranquilizar incluso después del resultado normal de un estudio.
El intestino es sensible a los estresores ambientales y a los cambios psicologicos y puede verse directamente afectado por ello, así que existen interacciones tanto del cerebro al intestino como del intestino al cerebro.
Fuente: Roma III – Trastornos gastrointestinales funcionales – Tercera Edicion
Degnon Associates, Inc. McLean, Virginia.
Formulario de suscripción