Es una disciplina que estudia la relación entre mente y cuerpo, y nos muestra como las emociones nos afectan físicamente.
¿Por qué nos enfermamos? Al hacernos esta pregunta lo que nos cuestionamos es, en rigor, que nos manifiesta el cuerpo con cada síntoma. A esta altura, ya sabemos que muchas veces lo cuadros médicos manifiestan estados emocionales. El estrés, crisis personales, de pareja, familiares o laborales, son algunos de los motivos que hacen que nuestro cuerpo enferme.
La licenciada Silvia Liliana Bernstein, psicóloga clínica, y jefa del departamento de psicología de GEDYT (Centro de Gastroenterología. Diagnostica y Terapéutica), explica que hoy, gracias a los aportes de la psicología de la Salud (disciplina que se ocupa de abordar el proceso salud-enfermedad en todos sus niveles), sabemos que existe una profunda relación entre las enfermedades del cuerpo y de la mente. Desde hace cuatro décadas, se ha impuesto otra lectura de las enfermedades humanas, entendidos desde un modelo bio-psico-social, para el cual ya no es el cuerpo el que se enferma, sino el ser humano en su totalidad (incluyendo los factores psicológicos y socioculturales que constituyen nuestro estilo de vida). En este sentido, la psicología de la salud ha señalado la importancia de los factores psicológicos en el desarrollo de las enfermedades y su recuperación, comenta Bernstein.
La Lic. Alicia López Blanco, psicóloga clínica y autora de los libros. El cuerpo tiene la palabra y porque nos enfermamos, entre otros agrega: Muchas investigaciones da cuenta de que estados emocionales negativos pueden prolongar infecciones, retardar la cicatrización de heridas, y hacernos más vulnerables a desarrollar o contraer enfermedades como asma, artritis, dolores de cabeza, ulceras estomacales y problemas cardíacos.
De este modo, el abordaje psicoterapéutico de cualquier cuadro que estamos pasando, permitirá que tomemos conciencia de lo que nos está sucediendo, y podamos promover la acción hacia el cambio.
¿Cuáles son algunas de las enfermedades crónicas más comunes en las que se trabaja con el componente emocional o psicológico? El cáncer, los problemas cardíacos, problemas digestivos funcionales diabetes, enfermedades autoinmunes y enfermedades dermatológicas.
Emociones y Salud
Para entender por qué las emociones nos enferman, es importante aprender a escuchar las señales y los mensajes que nos da el cuerpo, para accionar a favor de una mejor calidad de vida. Y tener presente que todas las emociones son precipitantes de cambios en nuestro organismo, siendo la ira, la ansiedad y el estrés, de las más perjudiciales. López Blanco detalla los malestares más comunes.
*Miedo y ansiedad: inhiben el sistema inmune, propiciando el inicio de enfermedades, y es un obstáculo en los procesos de recuperación. Influye, principalmente, en la contracción de afecciones infecciosas tales como resfríos, gripes y herpes.
*Estrés: entenderemos por estrés un estado de sobrecarga y sumatoria de exigencias, en las que el organismo responde colapsando. Nadie puede estar exento del estrés, pero sus efectos varían completamente según el tipo de afrontamiento que empleemos. El estrés en sí mismo no resulta un fenómeno negativo, ya que una cantidad regulable resulta incluso necesaria para movilizarnos hacia el logo de ciertas metas u objetivos. El problema es cuando la sensación de presión y amenaza se prolonga en el tiempo, y el estímulo -excesivo y constante- sobrepasa nuestra capacidad de adaptación. Aquí aparecen los signos y síntomas que usualmente se conocen como indicadores de estrés, distrés o estrés negativo: depresión o ansiedad, dolores de cabeza, alteraciones en el ciclo menstrual, problemas de sueño, trastornos gastrointestinales, problemas en la piel, uñas o cabello, disminución de la libido, nerviosismo, palpitaciones y contracturas musculares. Por otra parte, este tipo de estrés afecta nuestro sistema inmune tornándolo ineficaz y vulnerable, situación que influye en el desarrollo de aquellas patologías a las cuales estamos predispuestos genéticamente.
*Ira: una investigación realizada en la Facultad de Medicina de la Universidad de Stanford con pacientes que habían sufrido al menos un ataque cardiaco, demostró que esta emoción“, cuando esta exacerbada- afecta peligrosamente la función cardiaca, y por esto requiere ser controlada y encauzada. En su forma explosiva, la agresividad se dirige hacia el mundo exterior a través de conductas verbal o físicamente violentas, que pueden generar hipertensión arterial, infarto de miocardio, o accidente cerebro vascular. En su forma implosiva, se dirige hacia el interior del propio organismo pudiendo provocar gastritis o ulcera estomacal, enfermedades autoinmunes o cáncer.
Emociones positivas y salud
Para López Blanco, nada prueba que verle el lado bueno a las cosas permita tener mejor salud, pero si refuerza la evidencia de la importancia de la relación entre la actitud y las enfermedades. Y considera, según señalaron los investigadores del Dpto. de Psicología de la Universidad de Kentucky-, que una persona, con los mismos genes y personalidad, tendrá una función inmunitaria distinta según se sienta más o menos optimista.
Sin dudas, la risa y el buen humor son expresiones de alegría que aumentan la secreción de endorfinas, elevan el sistema inmune, favorecen la circulación sanguínea, e inducen a la distensión. Por otra parte, tomarse la vida con humor favorece la aparición de soluciones creativas ante los problemas y nos ayuda a salir adelante.
La curación de todo desequilibro esta siempre asociada a una ampliación de la conciencia y evolución, pues cada uno es responsable de su propia salud. Para poder ejercer esa responsabilidad, es necesario que seamos consistentes de lo que nos sucede, y realicemos los cambios que estén a nuestro alcance para estar en la mejor condición, comenta López Blanco.
Y asegura: La enfermedad es un indicio de que, en algún aspecto – estamos alejados de nosotros mismos; hay algo que nos esté afectando y no somos conscientes. El desequilibrio nos propone que nos hagamos cargo y accionemos lo que sea necesario para poder encontrar nuestro propio bienestar. De este modo, si aprendemos a decodificar el mensaje que la enfermedad nos presenta, podremos observar que éste revela la realidad oculta y lo expone.
Para la especialista, todos los seres humanos tenemos, entre nuestros potenciales, la capacidad de curarnos a nosotros mismos. Y un estímulo fundamental para que esto se produzca, proviene del registro consciente de lo que necesitamos hacer para estar bien.
Comer para curar
Lo que comemos también influye de manera significativa en nuestro estado de ánimo y salud. Susana Zurschmitten, nuestra nutricionista y autora del libro Dieta para una vida sana, explica que el sistema nervioso es el gran coordinador no solo del cuerpo, sus órganos y sistemas, sino también de nuestra salud mental y emocional.
Además, destaca que la comida ejerce una influencia cada vez más comprobada sobre las conductas y formas de reaccionar ante el estrés cotidiano al que nos enfrentamos: El cerebro necesita nutrirse. Cuando permanece con carencias durante largo tiempo, las defensas físicas y psíquicas disminuyen y estamos más propensos a somatizar, explica Zurschmitten.
Entonces, ¿cómo debemos alimentarnos para que nuestro organismo esté dispuesto a encarar su tarea cotidiana? Para darle al cerebro la glucosa que necesita, lo ideal es aportar hidratos de carbono complejos a través de cereales y pan integrales, granola y frutas secas. Otro nutriente esencial del cerebro lo constituyen los ácidos grasos esenciales Omega 6 y Omega 3.
Este último puede proveerse con el consumo de pescado de mar, algas, semillas de chía, lino y nueces. El pescado es además importante para mejorar el sistema nervioso, porque aporta otro nutriente esencial para el cerebro: el fósforo.
Cuando nos falta magnesio, puede que se acentúe el insomnio, la irritabilidad, la hipersensibilidad a los ruidos, el síndrome de piernas inquietas y calambres. Para contar con una buena dosis de magnesio necesitamos ingerir almendras, legumbres, algunos maníes y abundantes verduras.
El grupo de vitaminas B, y en especial la vitamina B3, la B6 y la B12, otorgan un mayor equilibrio emocional. La carencia de vitamina B3 acentúa los miedos, por lo cual es un excelente complemento en caso de pánico, la inseguridad y la volubilidad emocional.
La vitamina B6 mejora el insomnio y equilibra el sistema nervioso. Es el aliado ideal cuando inestabilidad viene como consecuencia del síndrome premenstrual. La vitamina B12 participa de la salud del sistema nervioso; su carencia provoca nerviosismo, agotamiento mental y falta de equilibrio emocional. Todos estos nutrientes se encuentran en conjunto en la levadura de cerveza. Los cereales integrales son ricos en las vitaminas B, exceptuando la B12.
Una persona con los mismos genes y personalidad tendrá función inmunitaria distinta según pueda sentirse más o menos optimista.
Muchas veces las crisis de angustia y ansiedad se deben al exceso de azucares y alimentos refinados, y a la carencia de nutrientes esenciales. Para tratar esto, debemos asegurar el aporte de proteínas, calcio, magnesio y vitamina B.
En caso de estrés; se recomienda disminuir las bebidas cafeinazas y reducir el consumo de carnes rojas, y estimulantes como las gaseosas, los condimentos muy picantes, la pimienta, etc.
Cuando tomamos conciencia de que cada alimento que probamos entra en contacto con nuestro organismo desde su parte más vulnerable, comenzamos a percibir la enorme importancia de la selección en lo que comemos. Y aquí, es válido saber que el alimento lleva en sí mismo un valor emocional: Tras nuestra forma de comer está la historia íntima de quienes somos, de dónde venimos, que buscamos. Por eso, buscar y encontrar nuestra dieta personal puede ser un camino de conocimiento, si lo transitamos con el debido respeto, curiosidad y ganas de aprender, concluye Zurschmitten.
Buena Salud.
La opinión de la especialista.
¿Cómo afectan las emociones al sistema digestivo?
Las emociones actúan sobre la sensibilidad gastrointestinal y las secreciones y alteran considerablemente al sistema digestivo. Los disturbios psicológicos modifican la forma que tiene la persona de experimentar la enfermedad y su comportamiento frente a ella.
¿Cuál es la relación entre el sistema digestivo y los trastornos psicológicos?
Trastornos psicológicos tales como la ansiedad generalizada, la fobia social, el trastorno por pánico y la agorafobia se desarrollan en forma paralela a las enfermedades del sistema digestivo. Si una persona tiene colon irritable seguramente vea aumentada su ansiedad o miedo a salir a la calle.
¿Cómo afecta el estrés de la vida moderna al sistema digestivo?
Hoy vivimos un ritmo de vida muy vertiginoso y en una sociedad altamente competitiva. Eso genera altos niveles de estrés, el cual deriva en problemas del sistema digestivo. La modernidad, lejos de ayudar, ha empeorado las cosas.
A pesar de ello, el verdadero cambio está dentro de la persona más allá del entorno en el que se encuentre.
¿Cómo se pueden solucionar los problemas digestivos generados por estrés?
Todos tenemos situaciones que nos estresan y lo primero que debemos hacer es identificarlas. Hay que tratar de lograr un cambio en el ritmo dela vida, bajando el umbral de estrés y modificando la alimentación. Conviene rodearse de una red social favorable que transmita emociones positivas y entrenarse en técnicas de meditación y respiración.
Cuando no se puede hacer frente por si solo a un alto nivel de estrés se debe consultar a un especialista.
Revista Bienestar, 2011.
*Licenciada Silvia Bernstein.
Jefa del Departamento de Psicología del centro de GEDYT.
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