Querido lector: seguramente usted en este momento esté:
Ávido de respuestas.
Apesadumbrado por las interminables e insatisfactorias visitas a los médicos que sólo le dicen: relájese
Cansado de no entender su cuerpo, de no comprender cómo es posible no controlar la forma en que digerimos aquello que comemos.
En resumidas cuentas, lo que ni usted, ni yo, ni muchos otros podemos comprender es el porqué se nos hace tan difícil digerir simplemente la vida.
Un insaciable deseo de perfección, autoexigencia, alguna que otra historia familiar de esas que nos corroen el alma por no dejarla ir y simplemente diluirse en el tiempo que ya fue. Almas sensibles y blandas, receptivas y tan absorbentes que entonces la vida se nos pasea derechita por el tubo digestivo y hace de las suyas en nuestros intestinos, disolviéndose en lo que para algunos es colon irritable, para otros es dispepsia abdominal, para otra depresión.
A usted, querido lector, le aseguro que las energías del universo y su curiosidad cibernauta lo han llevado, al igual que a mí, al lugar indicado: a los brazos de la licenciada Silvia Bernstein.
Ya viene siendo el momento de presentarme ante usted: mi nombre es María Inés Castaño, tengo 24 años y hoy disfruto del aprendizaje diario e interminable de la asimilación de cada una de las gotas de la vida. No es fácil seguir las ondulaciones del día a día, las idas y vueltas, los cambios propios y ajenos. Todo, usted ya lo debe saber, está conectado, formando una trama que nos anuda el intestino, el estómago, que nos nubla el entendimiento, que nos aísla de los afectos y nos limita la calidad de vida.
Pues así como yo tuve que hacerlo un día y entender que sigue siendo un aprendizaje que requiere de práctica diaria y constancia, lo invito a animarse, de apoco, a visualizarse como cuando era muy chiquito/a y se sentaba en el piso como indiecito a jugar. ¿Puede verse a sí mismo? Bien, ahora lo invito a que se visualice con una gran madeja de lana, de esas con las que juegan los gatitos en las películas de Disney. ¿Lo logró? ¡Bárbaro! Ahora viene lo más difícil: imagine que esa madeja es su vida, es todo lo que tiene dentro y fuera de sí, aquello que lo hace ser lo que usted es. Desafíese a dejarse acompañar por Silvia y su equipo en un camino de autoconocimiento profundo de usted mismo, que lo ayudarán a ir desarmando esa madeja dura y comprimida y a entenderla mejor. Y si no es posible entenderla del todo. Pues simplemente acéptela, déjela ser lo que es y trabaje en la búsqueda de recursos que le permitan afrontarla sin perjudicar su salud.
Mi camino fue interesante y hoy, con una reducción de los síntomas verdaderamente increíble, sigo en el camino del aprender a asimilar que el tan ansiado equilibrio y control es imposible de mantener eternamente, porque justamente todo nuevo equilibrio viene de la pérdida de control, y les recomiendo de todo corazón (con técnicas que Silvia le enseñará¡) reeducar nuestro colectivo y tan masivo inconsciente que piensa que la felicidad está en la perfección y la estabilidad eterna, y aprender a situarla en cambio en la alegría de aceptar que hay altos y bajos y que la felicidad reside en poder adaptarnos a los distintos momentos de la vida.
Querido lector, hay muchas formas de sanarse por dentro y por fuera, y usted debe encontrar la propia. Entréguese a Silvia, deposite su confianza en ella que al igual que nosotros ha pasado por el mismo problema.
Querido lector, entréguese simplemente a la vida y ámese mucho.
Con afecto,
María Inés Castaño o Inesita, como me dice Silvi.