Síndrome de Colon Irritable
En el último tiempo, el síndrome de colon irritable se convirtió en el motivo de consulta más común en gastroenterología.
El síndrome de intestino irritable (SII) es definido hoy como un desorden del eje cerebro-intestino- microbiota y se caracteriza por la presencia de dolor abdominal asociado a la alteración en la microbiota y se caracteriza por la presencia de dolor abdominal asociado a la alteración en la evacuación, presente en al menos los últimos 6 meses previos a la consulta
El síndrome de colon o intestino irritable (SII ) presenta tres tipos de variables de acuerdo a las caracteristicas del hábito defecatorio:
- A predominancia de estreñimiento
- A predominancia de diarrea
- alternante (oscila entre la diarrea y el estreñimiento)
Otros síntomas que pueden acompañar son gases o hinchazón de la panza antes o después de comer
Los mecanismos que lo ocasionan pueden ser múltiples, ya sean inflamatorios, debidos a la flora o microbiota intestinal alterada (disbiosis), alteración en la neurotransmisión del eje cerebro-intestino, la falta o la mala absorción de sales biliares, la mala digestión o intolerancia de alimentos
Debido a que no existe un marcador biológico que lo diagnostique , el diagnóstico se basa los criterios de Roma IV, elaborados por panel de expertos y tiene una prevalencia mundial de alrededor del 20%, o sea que 2 de cada 10 habitantes en el mundo lo padecen...
Los síntomas de SII afectan la calidad de vida de los pacientes que además son muchas veces sometidos a múltiples estudios y tratamientos farmacológicos y no farmacológicos
Los pacientes suelen tener asociada comorbilidad psicológica (ansiedad, depresión, somatización, hipervigilancia), patología somática y visceral (migrañas, fibromialgia, cistitis intersticial, fatiga crónica) así como mayor prevalencia de cirugías (colecistectomías, anexectomias, histerectomias) e internaciones, comparado con la población general
Los pacientes con SII suelen tener más consultas médicas, mayor cantidad de visitas a guardias y días de internaciones, así como mayores gastos directos e indirectos en salud.
Los pacientes con SII suelen consultar inicialmente a su médico de cabecera (clínico, ginecólogo) o directamente al gastroenterólogo. Los médicos suelen referir que este tipo de pacientes demandan más tiempo, requieren mayor contención, mayor cantidad de estudios, sean diagnósticos o para reafirmar su trastorno funcional, y menor conformidad tras los tratamientos propuestos, comparado con pacientes con patologías orgánicas como el caso de la hipertensión arterial, diabetes, asma, entre otras
Muchos de los pacientes cuyos síntomas son moderados a intensos suelen ir en busca de especialistas dentro de la gastroenterología. Algunos médicos manifiestan su frustración en el éxito terapéutico y consideran que estos pacientes requieren trabajo multidisciplinario
Es importante desmitificar que esta sea una enfermedad de riesgo. El colon irritable es una entidad benigna, no está asociada a nada malo, ni genera deterioro clínicamente. Sin embargo, es un cuadro clínico crónico donde los síntomas tienen momentos de mejoría y de empeoramiento. Tampoco es hereditario, aunque puede llegar a haber una asociación familiar respecto al procesamiento de algunos estímulos y la respuesta de cada uno frente al estrés o la ansiedad.
Los afectados pueden ser niños, adolescentes o adultos y las posibilidades van decreciendo con la tercera edad. Aunque lo padecen más las mujeres de edad media, entre 25 y 55 años, no están indicados los factores por lo cual esto sucede.
La medicación depende del síntoma predominante. Si es el dolor se usan drogas con efecto antiespasmódico, si es la constipación se usan fibras, etc., y por lo general se administran media hora antes del almuerzo y de la cena para evitar el dolor después de comer
Al tratamiento se suman las recomendaciones de realizar actividad física y llevar una vida sana para ayudarlos a manejar el estrés y la ansiedad. Respecto a la alimentación, se deben evitar las comidas irritantes: mate, café, picantes, comidas con mucha grasa, chocolate, harinas blancas, gaseosas y azúcares refinados. Ninguno de estos alimentos están prohibidos, sino que cada persona tiene que hacer una prueba y error. Lo ideal es una dieta variada, rica en fibras, frutas, verduras cocidas, cereales integrales, carnes magras asadas o a la plancha.
Al ser un problema que interviene en la vida social y laboral del afectado es importante controlar los síntomas, identificar cuáles son los elementos que los desencadenan y abordarlos con un equipo multidisciplinario (gastroenterólogo, nutricionista y psicólogo).
Abordar el Síndrome de Colon Irritable desde la psicología.
Los factores psicológicos no son la causa del colon irritable pero lo pueden desencadenar o perpetuar, ya que según distintas investigaciones los pacientes que consultan presentan más trastornos del estado de ánimo que otras personas.
Las personas aquejadas suelen tener un alto grado de ansiedad, de preocupación anticipada, creencias negativas, depresiones de base; suelen ser perfeccionistas, autoexigentes, controladores y padecer intensa vergüenza a propósito del cuadro.
En estos pacientes encontramos una irritabilidad central y no solo en el intestino. Ocurre que las terminaciones nerviosas del intestino grueso son hipersensitivas y no hay una enfermedad intrínseca del colon pero si una alteración en su función. Solamente hará un cuadro de intestino irritable la persona genéticamente predispuesta y con un desencadenante que provoque que las terminaciones nerviosas hipersensitivas se irriten
Los factores psicológicos pueden ser estos gatillos, ya que el problema se desencadena frecuentemente luego de episodios estresantes, cambios o presiones significativas para la persona como mudanzas, divorcios, pérdidas de seres queridos, cambios laborales, etc.
Aunque esto ocurre en forma crónica, es decir que hay períodos asintomáticos y otros de exacerbación de los síntomas, no podemos decir que no tiene cura porque sería estigmatizar al paciente. Muchas personas se mejoran, las crisis se espacian y disminuyen, aprenden a manejar el problema y pueden vivir con la mejor calidad de vida.
Resulta de suma importancia que la familia del afectado esté informada.
Es importante que cuenten con la psicoeducación y educación medica sobre el cuadro ya que si no muchos creen que el enfermo es un hipocondríaco, y en realidad el paciente no se queja gratuitamente. Deben saber de qué se trata, aceptarlo y acompañarlo. Este órgano habla de una vulnerabilidad y hay que asistirlo.
Para ello, el tratamiento psicológico que planteo consiste en tres pilares:
1- La psicoeducación sobre el cuadro para derribar mitos y fantasmas.
2- La reestructuración cognitiva o cuestionamientos de las creencias que tiene el enfermo (“esto nunca se me va a ir”, “con esto no puedo vivir”) para transformarlas en otras más adaptativas y generar una mejor conducta hacia la enfermedad.
3- El control sobre los síntomas para que aumente su poder personal en vez de sentirse a merced de ellos.
El enfermo suele evitar situaciones en su ámbito laboral y social como concurrir a lugares lejos de su propio baño, viajar, asistir a fiestas o irse de vacaciones, etc., por temor a que los intestinos le jueguen una mala pasada. Por eso, otro pilar importante del tratamiento lo constituye el entrenamiento en técnicas de relajación: respiraciones conscientes, meditaciones y todo lo que apacigüe al sistema nervioso central.
Es importante que la persona pueda sacar su cabeza de la queja y la vigilancia y movilizarse más relajada. Además, estas técnicas sirven para la vida en general. Hay que cortar el círculo vicioso: el estrés que desencadena el síntoma, el síntoma que desencadena angustia y la angustia que desencadena más síntomas.
Respecto a las comidas, el problema es que con esta condición, muchas personas desarrollan una fobia al alimento y adelgazan mucho. Entonces no solucionan su problema de base y además se debilitan y no pueden disfrutar de la comida. Lo mejor es llevar un diario para ver qué reacciones tienen cuando ingieren determinados alimentos, cuáles toleran y cuáles no; porque la comida no es siempre la causa del cuadro.
También es importante comer en forma fraccionada y moderada las cuatro comidas, ya que no es el alimento lo que perjudica sino la cantidad. Comer no debería ser un trámite, hay que hacerlo despacio, relajado y disfrutando de la comida. El apuro lleva a tragar aire e incrementar el gas intestinal.
A diferencia de los tratamientos tradicionales, éste se centra primero y principal en el problema (que suele ser la punta del iceberg) y en enseñarle al paciente recursos para que pueda manejarlo.
La solución al problema es artesanal, a medida de cada sufriente y un tratamiento de colon irritable integral es lo que puede permitirle a la persona controlarlo para vivir lo más adecuadamente posible
Factores como vivir estresados y alimentarnos mal están a la orden del día para hacer impacto en nuestro cuerpo, por eso debemos empezar a conocer nuestras vulnerabilidades diarias y aprender a manejarlas.
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