A través del tratamiento buscamos primeramente psicoeducar sobre las características de estas enfermedades y sobre cómo los aspectos psíquicos influyen en las mismas.
Reconocer las situaciones objetivas que provocan respuestas de estrés, revisar el estilo de vida asociado al mismo, detectar los estresores personales, y desarrollar herramientas para poder afrontarlo sin tanto desgaste y sufrimiento.
Atender a las emociones, reconocerlas, integrarlas con las ideas y creencias que las acompañan. Poder expresarlas. Especialmente los estados afectivos negativos, el pesimismo, la desesperanza y el enojo, asociados con la gravedad subjetiva que se le otorga a su enfermedad (dolor, fatiga, malestar).
Estos estados emocionales debidamente considerados e integrados son fuente no sólo de autoconocimiento sino la base para una relación auténtica con los otros.
Por último, pero tal vez lo más importante es que la persona pueda elegir entre permitir que la enfermedad y los síntomas controlen su vida, o desarrollar una vida significativa a pesar los mismos.
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